Ciertas posiciones sexuales logran alcanzar el punto G, esa parte de la pared vaginal en el vientre que a algunas personas les hace sentir placer cuando se estimula.
Y aunque el punto G es una pequeña parte aparentemente fuera del alcance de un consolador o un pene, si dedicas algo de tiempo a conocer tu cuerpo y el de tu pareja, con algunas posiciones sexuales que impliquen esa zona lograrías estimularlo y causar máximo placer.
Antes de empezar a buscar el “oro”, debes saber qué es exactamente lo que estás buscando. Tara Suwinyattichaiporn, profesora de comunicación sexual en la Universidad Estatal de California, Fullerton, y autora del blog Luvbites de la Dra. Tara, menciona que el punto G suele ser “engañoso” porque parece implicar, básicamente un botón que se pulsa. Para encontrarlo, debes introducir el dedo y hacer un movimiento como si dijeras “ven aquí”, subiendo por la pared frontal de la vagina, explica. Marla Renee Stewart, educadora sexual y experta en sexualidad residente de Lovers, comparte que lo que buscas es una zona sensible y con crestas, como el paladar.
Para algunas personas con vagina, ejercer una presión constante sobre el punto G con un juguete sexual o un pene puede ser fantástico, pero esta región también recibe mucha atención por algunas creencias heteropatriarcales. Gigi Engle, psicoterapeuta sexual y de relaciones registrada en COSRT (College of Psychosexual and Relationship Therapists) con sede en Reino Unido y experta en intimidad, apunta que una de las razones por las que la gente está tan empeñada en estimular el punto G es por la idea de que tener orgasmos con penetración es de alguna manera más placentero que la estimulación externa del clítoris por el típico sexo P-en-V. Eso es una tontería errónea, dice.
El punto G es, en realidad, una parte interna del clítoris. Así es, el clítoris se extiende más allá de la protuberancia que palpable, ramificándose en dos patas que envuelven la vagina, y se cree que el punto G es el extremo posterior de esa estructura. Dado que todo el órgano está repleto de terminaciones nerviosas, la estimulación de cualquier parte del mismo –interna, externa o ambas– llega a resultar muy placentera y provocar orgasmos igualmente increíbles. De hecho, más del 70% de las mujeres en una encuesta de 2015 declararon que necesitaban algún tipo de contacto externo para llegar al orgasmo durante el sexo o que hacía que terminar se sintiera mejor.
Y para ello, te dejamos un montón de posiciones sexuales para hacer en casa y alcanzar el punto G, duplicando la interacción con el clítoris.
Consejos para la estimulación del punto G
Juega con el punto G antes de practicar una posición sexual que lo implique, sobre todo para averiguar si es algo que le gusta a tu pareja, destaca Engle. Utiliza una varita curva o un juguete con forma de conejo con dos “orejas”, una para la estimulación interna y otra para la externa. Son la mejor opción para lograr una penetración lo suficientemente profunda y el ángulo adecuado para llegar al punto G, señala. También puedes introducir uno o dos dedos ejerciendo algo de presión con ese movimiento curvo de “ven aquí”.
Ahora sí, si ya están de acuerdo en intentar estas posiciones sexuales, cuando empiecen los movimientos lentos pueden ser la mejor forma de presionar el punto G. Y la regla de oro de todos los aspectos relacionados con el sexo también es muy aplicable aquí: “La comunicación es la clave”, comparte la doctora Tara. Cada vez que cambies de postura pregúntale a tu pareja cómo se siente.
No debe haber ninguna presión para seguir con algo que no quieran, tampoco hay necesidad de cambiar si te gusta lo que estás haciendo. Si modificas mucho la posición recurre al lubricante, añade la doctora Tara, pues cuanto más saques el pene, hagas una pausa y vuelvas a introducirlo, más se secará. Hay que evitar cualquier fricción innecesaria.
Una última observación, la estimulación del punto G a veces provoca squirting, es decir, que la persona con vulva libere un chorro de líquido en el momento del orgasmo o cerca de él ¡lo cual puede ser muy excitante! Pero antes de que eso ocurra, es posible que tenga la sensación de orinar, lo que inhibe la capacidad de dejarse llevar y realmente terminar, explica Engle.
Las posiciones sexuales dedicadas al punto G
Esta postura es como el misionero estándar –la pareja que recibe se acuesta boca arriba en la cama con las piernas abiertas y la persona que penetra se coloca encima de ella, de modo que quedan cara a cara–, pero en este caso, la persona receptora tiene una almohada bajo las nalgas para levantar las caderas. Aquella persona que penetra empuja hacia dentro y hacia fuera, controlando el movimiento como lo haría en el misionero regular.
“Si piensas en la posición del misionero normal, la vagina suele estar demasiado baja en la cama y no tiene un ángulo de 45 grados para conseguir esa estimulación en la pared frontal con movimientos del pene”, explica la doctora Tara. Con esa elevación adicional de la almohada, básicamente está haciendo que lo que entre, roce el punto G, explica.
Imagínate la típica posición de cuchara, en la que la persona receptora está acostada de lado y quien penetra está del mismo lado justo detrás. En esta posición la persona receptora solo tiene que levantar la pierna de arriba, doblarla y moverla hacia atrás para apoyarla en la cadera de su pareja. Para hacer esto un poco más fácil logísticamente, la persona receptora también puede mover su torso para formar un ángulo perpendicular a su pareja mientras deja la parte inferior de su cuerpo en su lugar.
Ampliar el espacio entre las piernas en la posición de cuchara ayuda a abrir la vagina, lo que permite una estimulación más profunda y una mayor probabilidad de alcanzar el punto G, señala la doctora Tara. Y como las piernas de la receptora están separadas mientras está de lado, deja libre el para usar un juguete o la mano en el clítoris al mismo tiempo, agrega Engle.
Ésta es la clásica posición de la persona receptora encima, la pareja que penetra se acuesta boca arriba, y quien recibe se sienta sobre sus rodillas, colocando una rodilla a cada lado de la pelvis del individuo penetrador viendo de frente. En esta posición, la receptora controla la penetración moviendo las caderas hacia arriba y hacia abajo, deslizando la parte del cuerpo dentro y fuera de la vagina. Mientras lo hace, puede inclinarse hacia atrás y apoyarse en los muslos o inclinarse hacia delante y colocar las manos en el pecho de quien penetra para mantener el equilibrio y la estabilidad.
En este caso la receptora tiene el control total del ángulo y la profundidad de la penetración porque puede cambiar la posición de la pelvis mientras está encima, destaca la doctora Tara. Así que, básicamente, puede experimentar moviendo las caderas de un lado a otro, hacia delante y hacia atrás, o en un movimiento circular para averiguar qué tipo de inclinación o posición permite que el pene ejerza presión en el punto G.
La persona receptora se acuesta boca arriba con la parte superior del cuerpo sobre la cama y las nalgas en el borde de la misma, ya sea colgando las piernas fuera de la cama, levantándolas en el aire, o apoyando una o ambas en el hombro de quien penetra, que se sitúa frente a la cama, viéndose de frente. La persona que penetra también puede sujetar una o ambas piernas quien recibe para tener un apoyo extra.
La posición de las piernas hacia arriba hace que la penetración profunda sea más accesible, menciona Stewart. El hecho de que la pareja que penetra esté de pie, también puede darle más poder para ajustar cómo se está moviendo dependiendo de lo que se sienta mejor para los dos.
Si conoces la postura de yoga del mismo nombre, es probable que también puedas imaginarte la versión sexual. Acostado boca arriba, la pareja receptora se pone en posición de bebé feliz levantando ambas piernas hacia el techo, doblando las rodillas y agarrándose los dedos gordos o la parte exterior de los pies, mientras deja caer las rodillas hacia la cama a ambos lados del cuerpo. La pareja que penetra se coloca sobre ella en la cama, boca abajo, para penetrarla como lo harían en la postura tradicional del misionero.
Al igual que las otras opciones del misionero de esta lista, la posición del bebé feliz hace que sea lo más fácil posible que un pene o un juguete sexual penetre profundamente la vagina y toque el punto G, menciona la doctora Tara. Añade que si eres muy flexible o buscas una opción de manos libres que ofrezca una penetración igual de profunda, también puedes levantar ambas piernas hacia el techo en un ángulo de 90 grados y apoyarlas en los hombros de tu pareja. En cualquiera de los casos, el clítoris queda al descubierto así que es sencillo tocarse o utilizar un vibrador externo al mismo tiempo.
Imagina la posición de perrito pero con las dos personas acostadas boca abajo, la persona receptora en la parte inferior y quien penetra encima. Una almohada bajo la pelvis de la pareja receptora hace más accesible esta posición sexual. La pareja penetradora puede acostarse completamente encima de quien recibe y rodearla con los brazos, o poner las manos en la cama a ambos lados de su pareja para apoyarse un poco.
El ángulo de penetración que se produce con las dos personas acostadas boca abajo, ejerce más presión sobre las estructuras internas, apunta Engle, incluida la pared de la vagina donde se encuentra el punto G. Por no hablar de que es una versión más íntima de la posición de perrito, ya que estás físicamente bastante cerca de tu pareja, casi como si te abrazara por la espalda, recalca la doctora Tara. Para añadirle un poco de interacción con el clítoris también, pueden poner un vibrador en forma varita debajo de la persona receptora, dice Engle.
Puesto que hay algunas personas más sexuales que otras, con esta posición en el sexo tántrico –que proviene de la antigua práctica india del tantra y enfatiza la sensualidad como una ruta hacia lo divino–, si te animas a intentarla, no te vas a arrepentir porque es súper íntima. La pareja que penetra se sienta con las piernas cruzadas en la cama o en el suelo, mientras que la que recibe se sienta en sus piernas, de cara a ella, y la rodea con los brazos y las piernas, como en un gran abrazo. La persona receptora controla la penetración rebotando arriba y abajo sobre sus muslos o acercándose y alejándose de ella.
Debido al ángulo de penetración que conseguirás con ambos integrantes de la pareja sentados en posición vertical y uno frente al otro, el pene apuntará de forma natural hacia el vientre al penetrarte, menciona Stewart, lo que aumenta las probabilidades de tocar el punto G. Al igual que en la posición de la vaquera, en esta también es posible controlar la velocidad y la profundidad de la penetración, lo que te da la oportunidad de experimentar hasta encontrar lo que mejor les resulte.
Ésta no es exactamente una posición corporal para el sexo con penetración, es un recordatorio para no olvidarse de los juguetes sexuales curvos diseñados para facilitar la estimulación del punto G. Engle recomienda combinar juguetes sexuales con sexo oral.
Según Engle, esta experiencia es increíble para la pareja que recibe porque un juguete sexual con curva tiene mejor acceso al punto G y además estarán estimulando el clítoris con el sexo oral. Desde el punto de vista orgásmico es lo mejor de ambos mundos.
Artículo originalmente publicado por SELF.